Conclusión
Encuentro con tristeza que en la listas de éxitos un gran porcentaje son dirigidos al público masculino, que cuando anuncian los estrenos de la temporada raramente son adaptaciones de obras escritas por mujeres, que incluso 30 años después se arme un gran revuelo alrededor de una serie por representar sectores oprimidos, ideología de género, personas de etnias diversas o mujeres en posiciones de poder, que continúen censurando a aquellos que quieren mostrar algo importante, ver cómo son canceladas las producciones tanto de autoras como aquellas que logran traer a pantalla lo que deberíamos tener naturalizado como sociedad. Una serie de cuestiones que un gran sector ya no cuestiona, simplemente acepta.
Como consumidores tenemos la sensación de que no tenemos control sobre cómo invierten las grandes productoras y nos encontramos en la posición de simplemente conformarnos con lo que hay y desalentar a aquellos que plantean los hechos como problemática. De igual forma, los artistas se ven obligados a ceder a la presión de estas productoras, adaptarse a las temáticas que le son permitidas y aceptar lo sucedido cuando la empresa decide cancelar.
Llegados a este punto, es natural que se cuestione tanto a la veracidad de las mujeres, si lo más relevante viene del género opuesto, lo que más vende, lo que más se estudia. Es por esto que me propuse mis propias metas personales al respecto: como autora, aprovechar mi posición como artista independiente y mostrar en mis obras los problemas de los sectores oprimidos, la discriminación que sufrí y la que observé, con la esperanza de llegar a una plataforma grande; como consumidora, apoyar a aquellos artistas que admiro y son marginados por el sistema actual; y como creadora de contenido, alzar mi voz ante estos problemas, ponerlos en un lugar donde puedan ser pensados y discutidos, y ayudar en la promoción de proyectos que atraviesen estos temas. Podrán ser cosas irrelevantes y no provocar absolutamente nada, pero me parece importante ver hacia atrás, reflexionar y no solo aceptar la situación actual, sino que hacer lo que tengamos a nuestro alcance.
En múltiples ocasiones me encontré a mí misma hablando sobre Sailor Moon, y a pesar de que parece ser una serie que más promoción no necesita, la mayoría de la gente a la que se la describí no tenía idea de su verdadera importancia y mostró interés en averiguar más al respecto. Ver casos particulares como este me da la motivación de que la industria se encuentra en constante cambio y no deja de depender de nosotros. Me despierta también una curiosidad por la clase de obras que habrá en unos 30 años más. ¿Cambiará entonces la posición de la mujer? ¿Será apreciado lo que pasó desapercibido? ¿Podremos realizar una inclusión que no sea objeto de discusión alguna, que simplemente sea sin más?
“Aquellos que tienen privilegios inevitablemente se aferran con fuerza a ellos, sin importar qué tan marginal sea la ventaja que involucran, hasta verse obligados a someterse a un poder superior de cualquier tipo. Entonces, la cuestión de la igualdad de la mujer (…) no recae en la benevolencia o voluntad de los hombres en particular y tampoco en la confianza en sí misma o envilecimiento de las mujeres en particular, pero sí en la naturaleza misma de nuestras estructuras institucionales y la visión de la realidad que imponen a los seres humanos que forman parte de ella” (Nochlin L. 1997)